Me quedé atónita. Tiré lo que estaba sosteniendo entre mis manos ese momento dejandolo caer al suelo, y las abracé también. Habían venido. Joder, la de molestias que puedo llegar a causar, no, si no me podría haber callado, soy una aguafiestas, eso es lo que soy.- bajé mi cabeza.
Empezaron a formularme millones de preguntas mientras acudiamos al salón y algunas recibían respuestas y otras no, era incapaz de enterarme de todas con semejante murmullo, parecía un interrogatorio.
Me hablaron un poco de lo que habían estado haciendo, que si patatín y patatán, y cuándo me iban a hacer esa maldita pregunta, que les estaba intentando salir con ansia de la boca, el móvil empezó a vibrar en el bolsillo izquierdo de mi pantalón, y ví unas caras desagradables y con tono desesperante.
- Creía que lo había apagado, hostia. - dije pensando en voz alta.- Ahora vengo chicas.
Al no haber corbertura, salí afuera. Iba a decirle cuatro palabras al que me había interrumpido hasta que escuche oh, dios, joder, menos mal que no llegue a decir nada, y me supe callar.
Del mismo asombro, quité el móvil de mi minúscula oreja y lo miré varias veces. Joder, joder, joder, tenía muchísimas ganas de abrazarlo.
- ¿Sonia? ¿Soniaaaa? ¿Eh, estas ahí? - dijo su preciosa voz.
- Ah si Harry, perdona.. ¿Qué tal todo? ¡Has podido llamarme! - grité ilusionada.
-Claro, eso es lo mínimo que puedo hacer... yo..
- Sí, yo también te echo de menos. No podemos seguir así..
- No, Sonia no. Además, si lo hubiera sabido antes, me habría ido con las chicas a verte, aunque fueran dos días y me perdiera unas cuantas entrevistas.
Me quedé super chafada, y cortada pensando en lo que hubiera ocurrido si llegase a venir, todo, todo esto era demasiado precipitado, necesitaba tiempo... tierra trágame.
- No puedes hacer eso, además, estoy bien, ¿Sí? - sonreí, a pesar de que no fuera una videollamada.
- Pronto, pronto volveremos a estar juntos.
- Sí, Hay pero yo... - decía mientras luchaba contra las malditas lágrimas
- No te preocupes, sólo son treinta días más.. te seguiré llamando pequeña, tengo que irme.
- Adios Harry, te quiero mucho. - dije mientras sequé con mi dedo índice una lágrima que había conseguido salir a la superficie.
- Te amo. - colgó.
Me dejé caer al suelo, apoyada por la pared. Me llevé las manos a mi cara y empecé a llorar. Nostalgia, la nostalgia recorria todo mi cuerpo y me abracé a mi misma. Era tantísimo tiempo. Parecía que fuera hace siglos la última vez que nos vimos. La última vez que sentí su piel en contacto con la mía, la última vez que se rozaron nuestros labios... pero esto no era un adiós, no era un hasta pronto, era un hasta luego.
Al ver que tardaba, las chicas me vinieron a buscar y me vieron ahí tirada en el suelo.
- Eh Sonia, ¿que pasa? - me decían diferentes voces a mi alrededor, mientras yo no dejaba de fijar la vista en el suelo, y cálidos abrazos estaban en mi entorno.
- No puedo seguir así, es muchísimo tiempo, necesito, necesito tenerle cerca, necesito abrazarle, besarle, joder.....
- Pronto lo verás.. en cuánto menos te lo esperes. - dijo Lidia.
- Antes me moriré. - decía cada vez más apagada y desilusionada
- Aquí estamos nosotras, recuerdalo. - me dijo Ainara, que siempre intentaba sacarme una sonrisa en todo momento, y había conseguido ganarse un gran hueco en mi corazón, y me levantaron del suelo. Ibamos camino a mi habitación, nos sentamos en mi cama, y comenzaron con el tema.
- Entonces...¿? - dijeron a coro.
- ¿Me veis con cara de saberlo? no tengo ni idea, y..
- ¿Y si no que harás?
- No pienso tenerlo.. soy muy joven, hundiría mi vida, su carrera profesional.. no podría nacer, enserio.
- Aaaaaaaaaaaaaah ¡no puedes hacer eso! - soltó Lidia.
- Lidia, no es un buen momento, además... que no me veo. - decía mientras me elevaba el flequillo hacía arriba y soplaba.
- Te acompañaremos a un centro de esos raros, extranbóticos. - dijo Ainara.
- Vale.. enserio os digo que me quiero morir.
- ¡Cómo vuelvas a decir eso te meto una zanahoria en la boca para que te calles y no puedas ni respirar! - soltó Tamara.
- O un plátano - dijo Ainara, a lo que reí a carcajadas. Siempre podía conseguir lo imposible.
Nos hicimos una sesión de fotos, estuvimos haciendo el idiota, y después acabamos cocinando la comida, aunque era prácticamente la hora de merendar.
Encendimos la televisión, no le haciamos mucho caso, pero entonces oí aquello en el telediario y mi plato de spagettis fue a parar a la pared y mi corazón a alguna otra cavidad desconocida. A veces, la vida da razones por las que sospechar, y por las que quererse matar. Dios, llevame pronto.
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