Another World

miércoles, 11 de enero de 2012

Capítulo 49

- Oooooooooooooooooooooh. - dijé sorprendida, con la boca abierta, sin dar a crédito.
- Ha-aa-rr-yy. ¿has preparado todo esto para mí? - no pude evitar que varias lágrimas saltasen al exterior y tuve la inercia de pegarle un enorme abrazo, casi dejándolo sin respiración, él jugando con mi cabello y yo, atónita.
Joder, todo esto es precioso - decía secando mis lágrimas con la yema de los dedos de mi mano derecha.
- Quiero que todo esto sea para siempre, para toda la vida. - decía cogiendo mis inestables manos, sin pulso, nerviosas, uniéndolas en una, acercándome hacía él, haciendo temblar mis débiles rodillas, llevándome a sus profundos ojos, besándome locamente, escuchando el romper de las olas.
- Lo-o-o será, pero para siempre es muy poco - decía observando el lugar desde su espalda.
- Hasta el infinito - me sonrió.
- Y más allá. Esto no se va a acabar nunca, moriremos juntos.
- Eres mi vida. No me faltes nunca, ¿vale? - decía todavía llorando
- Nunca te faltaré. No pienso dejarte sola. - sujetó mi cuello con sus manos y me dió un apasionado beso.
Estábamos en no sé donde, dónde acababa la playa, a las afueras de San Francisco. La noche estaba iluminada por los millones de estrellas, las olas rompian en los acantilados, la brisa rozaba nuestra piel, podíamos notar la arena sobrepasar nuestros zapatos, los cinco sentidos conectados formando un sexto.. era indescríptible, cómo todo lo relacionado con él.
Había una cosa extraña, un tenderete no sé, una mesa, dos sillas, unas velas, un chef para nosotros, joder el lugar, junto a él esque estaba flipando y no podía creérmelo.
Nos sentamos en la mesita, lo tenía enfrente mía. Sí Teresa tenía razón, se piensa que le va a durar mucho la ropa a él también, me esta dando un sincope viéndole vestido, cuándo va de traje me pone, su chaqueta a conjunto con los pantalones, una camiseta básica, esos rizos debastadores, esa amplia sonrisa, él, joder ya vale de pensamientos impuros - me rechiste.
El supuesto chef nos pregunto que queriamos cenar, lo pedimos y seguimos hablando.
- Todo esto es tan bonito.. - decía girándome hacía atrás, mirando el paisaje en el anochecer. Lo único malo que para esto mi vestido esta desperdiciado - me entristecí.
- ¿Quién ha dicho eso? - esto no va a ser tan simple - me sonrió - ¿te crees que voy a si vestido porque es un día cualquiera? no, es porque hoy es uno de los mejores dias de mi vida y lo voy a disfrutar al máximo con la persona a la que más quiero. - me besó.
- Jajaja - reí. Eres sorprendente.
Cenamos, todo estaba riquísimo, el chef extraño de las islas hawaii se fue, al menos parecía salido de allí, y quedamos los dos solos, a la luz de la luna.
- ¿Alguna vez te he dicho cuánto te quiero? - le pregunte, estabamos tumbados en la arena, mirando al cielo, el agua del mar rozando de vez en cuando nuestros pies, mi vestido penosillo, su traje tres cuartos de lo mismo pero estabamos felices de ese modo, era inevitable quitar esa amplia sonrisa, era imposible evitar pensar que era un sueño.
- Sí muchas veces pero nunca se puede decir con exactitud porque no tiene limites - dijó cada vez acercandose más y más.
- Ni todas las estrellas del cielo son equivalentes... - dijé cogiendo su cara y posandola con la mía, magnetizando nuestros labios.
- Nuestra ropa se esta quedando penosa - decía quitando la arena de mi vestido.
- Sí, creo que tendrá que acabar en la basura - reímos.
- ¿Recuerdas que dejamos algo aplazado? - me sonrió picaramente. Estábamos sólo nosotros en la inmensa playa.
- Sí..- pensé, me dí cuenta de sus actos, no no y no. - ¡No! en la playa no dios. - empecé a reírme y después el también.
No enserio, Harold Edward Styles, aquí no. - dijé intentando parecer seria, pero por dentro lo estaba deseando pero no, allí no.
- Quería intentarlo.. - decía lastimado.
- Vaya por dios, no hubo suerte, prueba otra vez - le dijé como en los juegos.
- Jajaja, no que te enfadas. - me sonrió y me abrazo.
Me levantó de la arena, desprendimos sus restos en nuestra ropa con las manos, sacudimos nuestro pelo y seguimos el camino. Caminabamos por la arena, nuestros pies se hundían, la sensación transmitía un cosquilleo y decidí hacer una locura.
- Harry, ven aquí. - dijé acercándolo más.
- Voy.. - decía caminado.
- Ven aun más.. - Iba viniendo.
- Sí preciosa. - ya lo tenía a dos milimetros.
- ¿Me dejas intentar una estúpidez? - reí- antes de que pudiera responder deje que nuestros cuerpos callesen en el agua dejándonos calados.
- Jajajajaja, joder que fría esta el agua - no podía parar de reír.
- Serás... ¡mira mi traje! - decía apenado. ¡Esto no quedará así! - dijó vengativo y me hizó una aguadilla.
- ¡Styles!  ¡que me ahogo! - gritaba debajo de la capa salada y me saco.
- Estás loca. - dijó sacándome en brazos del mar, posandome en el suelo y dejando mis tacones perdidos.
- Y tu también, por dejarte llevar - le sonreí.
- Sabes que no vamos a entrar así al coche, ¿verdad? - decía riéndose
- Me temo que soy consciente de ello, no quiero que me mates.
- Esto no ha acabado.
- Sorpréndeme
- ¿Te parece que cambiemos de hotel esta noche? - me sonrió.
- Pero..¡He quedado con Louis a las diez! oh dios mío.
- No te preocupes, allí estaremos, de eso me encargo yo - me dijó guiñándome un ojo y haciéndome sentir un poco más relajada. Mis neuronas ya estaban muertas después de todo lo sucedido. Día más loco y extraordinario.
- Con una condición - dijó poniendo su dedo sobre mis labios.
- ¿Sí? - dijé aun con los labios sellados.
- Déjame ponerte el pañuelo - dijó pasandolo por mis ojos.
- Joer, ¡yo quiero verlo! - dije refunfuñando
- Jajaja, espera - cogió mi mano y me dejé guiar.
Entramos al hotel, abrió sigilosamente una puerta, mi nariz podía percibir un olor extraño, sensual algo parecido.
- ¿Lista? - dijó entrándome en la habitación y cerrándola.
- Creo que nunca lo he estado como lo estoy ahora - dijé mientras notaba desvanecerse el pañuelo que era de color rojizo por toda mi cara.
- ¡Omg! ¡que bonito! ¡cómo en las películas! - grité  - le besé rápidamente y me tiré a la gigante cama de matrimonio cómo una niña pequeña. Sí esto es un cuento, todo lleno de pétalos de rosa, colores rojizos, ¡dios!. Después vino como una bala y surgió todo, la ropa se desvanecía locamente por todos los rincones, no eramos conscientes de lo que haciamos, con precaución claro. Las sábanas no estaban, sentía cosas extraordinarias, sólo sentía labios, manos tocando mi espalda, sujetando mi cuello, mariposas en mi estómago, el pelo alocado, las horas pasando sin rumbo, las ojeras marcadas a kilómetros, una noche loca. Harry, cualquier día de estos me muero - pensé

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