Another World

domingo, 22 de enero de 2012

Capítulo 57

Entré a la casa, intenté hacer el menor ruido posible, y entonces, al abrir la puerta, un cristal rozó mi pie.. ¡ah! - chillé. Un cristal impactó en el interior de la piel de mi pie profundamente y sin saber cómo me lo saqué del mismo modo del que se introdujo.
Alrededor de la puerta estaban los cristales de una de las ventanas principales, una piedra con una nota unida con una cuerda y una nota enorme con el mensaje:
'Tienes veinticuatro horas para desaparecer de aquí'
Aquellas letras rojas me hicieron desvanecerme sobre el suelo y tocar el frío mármol sobre el que me sostenía. Me llevé las manos a la cabeza y tiré la maldita piedra lo más lejos que pude, sin intentar dañar ningún sitio de aquella enorme casa.
Respiraba una y otra vez intentando recuperar el control de la situación, pero todo me venía demasiado grande. Cerré y abrí la nota una y otra vez, intenté buscar alguna clave, un algo, pero nada. Por lo visto los acertijos no son lo mío, o tal vez soy estúpida, simplemente. Sí, será que soy tonta.
Guardé en el bolsillo delantero de mi pantalón la nota de color ocre y miré si estaban todos en casa. Sí, durmiendo como ángelitos. ¿No se habían enterado de la pedrada? que extraño.
Las dos y media de la mañana. El cierzo atizaba la ventana. El mensaje, la nota, mis palabras, mis últimas palabras hacía la persona a la que más amaba y amo repitiendose una y otra vez. Tenía que contárselo a alguien, pero.. ¿a quién? sí se lo confió a alguien tal vez me tome por loca, y si se lo digo a alguien de mi entorno tal vez corra peligro..
Me eché sobre una de las muchas camas. Dejé que mi cabeza y mis pensamientos se ahogarán sobre las plumas de la almohada. Mordía la piel de mis manos, porque ya no tenía uñas. Tiraba de mi pelo, pero solo conseguía que mis pocas neuronas huyesen. Cerraba mis ojos fuertemente intentando dormir, pero todo aquello era estúpido.
Tiré mi móvil a tomar por saco cómo dice la expresión. Genial, ahora sin móvil, ¡viva la pepa! viva la madre que me parió. - pensaba irónicamente.
Tenía veinticuatro horas cómo decía la nota. ¿Qué quería? ¿Qué abandonase? ni que fuera un jueguecito, debía de serlo.
No conseguía conciliar el sueño, así que a las cinco de la mañana empecé a escribir una carta que marcaría mi despedida. Miles de tachones la inundaban, pero finalmente la pasé a limpio. Lo mío no eran las despedidas, nunca me había marchado de algún lugar sin que nadie lo supiese, pero supongo que para todo hay una primera vez.
'Chicos, me voy muy lejos. No sé a dónde iré a parar, pero no sigáis mis huellas, no me busquéis. Todo esto me lo he buscado yo solita, y gracias a ello debo marcharme por un tiempo. Estaré bien, ser felices. Os quiero. Sonia'


La leía una y otra vez observando si había algo que pudiese cambiar. Mis lágrimas se deslizaban rápidamente por mis mejillas cuándo cerré débilmente la puerta y dejé colocada la nota sobre la mesa.
Mi mochila al hombro, unas deportivas desatadas, mi cabello despeinado, las ojeras de diez centímetros y un largo camino hacía el que llegar sin destino alguno, eso era lo que me esperaba.
Cuándo podía observar el nombre de un hostal tras varios kilómetros caminando, alguien rozó mi hombro y quedé asombrada..
- Sonia, Sonia. - me decía, pero yo lo ignoraba. Me giró hacía él y era Liam. Su cara de preocupación era asombrosa y me asusté yo también.
- ¡Liam! - le abracé. Unas horas sin verlos y ya los echaba tanto de menos cómo si fueran mis hermanos.
Creía que te habías enfadado conmigo por ya sabes, todo esto..
- No, no te preocupes si de cierto modo lo entiendo.. - decía pasándose la mano por su pelo varias veces.
- Llevo siguiéndote desde hace rato pero no conseguía alcanzarte y por mucho que vociferaba no te enterabas de mi presencia - dijo cansado, apoyado sobre sus rodillas, cogiendo aire cómo si hubiera corrido una maratón.
¿A dónde vas? - decía ahora más recuperado.
Sí, se lo iba a contar. Esa sonrisilla tan tierna me transmitía tanta seguridad. Joder, tenía que decirselo, sabía, no sé, algo me decía que confiaría en mí y podría ayudarme con todo esto.
- Es... es una larga historia..- decía mirando al suelo.
- Te estoy siguiendo desde hace bastante tiempo, no me importará seguir unos kilómetros más. - decía deslizando su brazo por mi hombro.
Gracias, gracias dios por echarme una mano - pensé. Y le conté toda la historia. Entonces otra alarma sonó en mi móvil que estaba destrozado mandando la señal de un mensaje.
Mis manos temblaban y conseguí darle al botón de abrir y fue cuándo me susurró - Creo que sé quién es y estoy dispuesto a ayudarte con todo esto-. Le dí un fuerte abrazo y olvidé todo lo malo que me había ocurrido las últimas horas, porque por lo visto tenía la pista principal, saber quién es. Una sonrisa ocupó mi rostro y fuímos a una cafetería que había a veinte metros de dónde nos encontrabamos. Pedimos unos cafés y comenzó a contar todo desde cero... ese nombre se me quedó grabado en mi memoria.

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