Another World

domingo, 25 de diciembre de 2011

Cápitulo 29

- Muchas gracias - le dijimos en unisono al ayudante del hotel, que acababa de entrar en la habitación de Louis dejándole las llaves de su coche y nuestras maletas, interrumpiendo precipitadamente nuestro beso.

- Será mejor que me vaya a mi habitación a recoger las cosas de la maleta, pero no hagas travesuras con tus queridas zanahorias. ¡No me traiciones por ellas! - le dijé seriamente, riéndome por dentro.
- Sí, yo también tengo que recoger todo esto, ¿hacer travesuras con mis zanahorias? sólo las hago con las personas de carne y hueso - me miró por encima del hombro.
- Em.. Louis he pillado la indirecta - le sonreí roja como un tomate. Desde que había decidido dar ese gran paso, era muchísimo más lanzado, abierto... no lo reconocía, pero eso me resultaba agradable.
- ¡No te vayas! te voy a echar de menos - me decía agarrando mi mano y devolviéndome a la posición anterior.
- Mi pequeño osito, estoy a dos metro de distancia, podré comunicarme contigo por telepatía - le sonreí
- Bueno... pero no tardes. - Entonces dejó caer mi mano y me dió otro de sus inesperados besos.
- Te espero aquí a las once y media.
- Vale, aquí estaré, hasta dentro de dos horitas - me despedí y cerré la puerta.

Eran las nueve y media. Ya habían pasado más de tres cuartos de hora y yo me acordaba cómo si acabará de observar esa escena en ese mismo momento.
Me dejé caer sobre la cama, desprendí mis pequeños tacones de mis pies y los dejé caer en la alfombra de diseño geométrico.
La cabeza me empezaba a dar vueltas, a retomar los mismos pensamientos una y otra vez. A intentar saber que hacer, si entender cuál es el bueno camino y cuál es el malo, y sobretodo, comprender cuál es el que yo estoy tomando. Coger las riendas de mi vida y tirar hacía el camino indicado. No equivocarme.
Quería pensar, volver a pensar todo aquello. Buf.. la vida es tan díficil, la vida me ha metido tantas hostias que creo que sólo tengo moratones y heridas que no cicatrizan. Que sangran y vuelven a sangrar otra vez, y que cuándo ya los crees curados, se vuelven a abrir inesperadamente.
Retomaba el maldito punto de partida, el de quitarme la vida. Estoy cansada de intentar plantarle la cara a los problemas y recaer en ellos sin éxito, fallar una y otra vez sin obtener solución.
Pero.. ¿para que quiero vivir? ¿me sirve de algo? no se a quién quiero, no sé si me quiere, no sé si me engaño y lo más importante, no se si soy feliz ni quién es capaz de hacer que me sienta así.
Desde estos últimos minutos, después de presenciar lo ocurrido de mi llegada a California, pienso que sólo he sido lo que llenaba el vacío del corazón de Harry. Igual tenía razón, habian sido los putos efectos secundarios del alcohol, que le habían llevado a producir.. ese error. ¡Pero estaban... follando! eso no es un error cualquiera.. todo puede ser - pensé. No sé si lo que quiero es engañarme, o ver la realidad. No sé si me quiere. No sé si me he equivocado.No sé lo que quiero. No sé si soy importante. No sé quién es la persona a la que amo. No sé si Louis sólo es un buen amigo y estoy confundiendo las cosas. ¡NO SÉ QUIÉN SOY YO! - me grité mentalmente. Tenía la mente destrozada, machacada de tanto pensar, y sin apenas neuronas.

Montones de lágrimas recorrían de nuevo mi cara. Me estaba empezando a acostumbrar a llorar, y eso no es nada bueno.
- ¡Basta! - me grité. Ya vale, deja de pensar en esas estúpideces y no hagas un mundo de ellas. Que pase lo que tenga que pasar, que decida todo el destino, porque tu no predices el futuro. Porque necesitas confiar en tí, dejarte de rayar, dejarte de sufrir y dejar que el tiempo haga lo que vea conveniente. Porque tu no siempre tienes la culpa de todo, y también mereces ser feliz. Porque tu eres Sonia, y sé que pronto entenderás que eres alguien especial y que todo el mundo desearía ser tu. - me decía a modo de pensamiento, con una coca-cola, en la terraza de mi habitación apreciando las vistas. Necesitaba airearme, y de un modo o otro dejar todo a un lado. Olvidar mis problemas, cinco minutos de mi vida. Respiraba hondo y cuándo me encontré un poco mejor decidí deshacer las maletas, a pesar de que estaría aproximadamente una semana en el hotel. Entre rápidamente de la terraza con miedo de que Louis me hubiera vuelto a ver llorar, pero afortunadamente no presenció esa parte.

Conecté mi iPod y me dejé llevar mientras metía la ropa en el lujoso armario y escuchaba "Same mistakes", mismos errores en español, que es la canción con la que identificaba mi vida, con un error. Me sumía en la letra, ya estaba acabando y entonces escuché dos toquecitos en mi puerta, y en ese instante se abrió. Era Louis.

- ¿Qué tal vas? - me preguntó entrando.
- Bueno.. acabando. Sólo me queda meter aquí todos los zapatos. - le decía mientras le señalaba dos pares de deportivas, dos pares de bailarinas, unas botas marrones y mis tacones negros.
- Yo ya he acabado, así que he decidido pasar a ayudarte con todo esto. - me sonrió
- Oh, muchas gracias, eres un encanto. - y le besé en la mejilla. - se quedó un poco extrañado. Pero.. no podía darle otra cosa.

- ¿Qué hora es? - le pregunté a Lou desesperada. Me estaba muriendo de hambre.
- Son las 23.20 nena. Ya acabamos.
- Sí, eso espero porque me estoy muriendo de hambre.
- Yo también. Sé que será fantastico cenar contigo - y ví cómo se le marcaban dos pequeños hoyuelos.
- Eres fantastico. Eres fabolouis, nada de fabuloso, fabolouis - le decía al oido mientras le abrazaba.

Entonces me cogió de la mano y nos dirigiamos al que era el restaurante del hotel. Uno de los mejores restaurantes del estado. Tenía muchas ganas de degustar su comida, y más con el ruido que producían mis tripas por falta de comida. Me senté frente a Louis y pensé que después de cenar hablaríamos sobre lo ocurrido hoy e intentariamos aclarar las cosas. Será una noche muy movida.

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